Gracias a la incorporación de los dos nuevos jurados, el mexicano Mauri Stern y el peruano Tony Succar y la exigencia que estos demandan de los concursantes, Yo soy, grandes batallas, ha logrado subir el nivel de los participantes de una manera increíble. Ya no es ese programa de aficionados, en el que más de una vez, ha llegado a ganar, un participante por su simpatía o su carisma, pero sin mucho talento.
Y es que no se trata de un programa al que llegan cantantes que nunca en su vida han pisado un escenario, sino, como su nombre lo indica, de ‘grandes batallas’, en las que se enfrentan ganadores o finalistas de otras temporadas y que, de alguna manera, ya son consagrados, como se los llama cuando logran ocupar una de las sillas.
Desde la primera edición de esta temporada, Mauri Stern, que es mucho más que un ex integrante de Magneto, ya que ha sido manager y productor de varios artistas y ha trabajado durante cuatro años para Sony Music regional , justamente buscando talentos, sorprendió a todos con sus duros comentarios, al extremo que sus compañeros en la mesa del jurado, incluyendo a Tony Succar, se mostraban incómodos cuando le escuchaban decir cosas como “Esta presentación parece de una velada escolar”.
Maricarmen Marín le ha llegado a decir, públicamente, que no hay que llegar al extremo de humillar a los concursantes, pero él ha respondido que si alguien no tiene aptitudes para el canto y la imitación, es mejor decírselo de frente y no hacerle perder el tiempo, haciéndole creer que si sigue practicando va a conseguir algo.
“Ustedes me hacen acordar a mi mamá cuando me llevaba a mis clases de karate y me daban tremendas palizas, porque evidentemente yo no tenía habilidad para eso, pero salíamos de ahí y ella me decía: ‘Vas bien hijito, algún día vas a ser un gran karateca’ y era obvio que no. Pues así me suenan ustedes, cuando le dicen a alguien que no tiene habilidad para la música, que siga practicando”, les dijo en la primera semana a Katia Palma y a Maricarmen Marín, quienes han estado en la mesa del jurado en muchísimas temporadas y conocen a los concursantes desde hace varios años.
Después, Tony Succar, que al comienzo era el ‘buena gente’ fue poniéndose también más severo, al fin y al cabo, el ganador de dos Latin Grammy, también es un productor de primerísimo nivel que ha trabajado con los más grandes de la salsa. Y poco a poco, Katia y Maricarmen también elevaron su nivel de exigencia, llegando al extremo de que, por primera vez, en la historia de las grandes batallas, la producción les permitiera no darle su voto al menos malo (como solemos hacer los peruanos en todas las elecciones), sino decirle NO a los dos concursantes, si ninguno de ellos está a la altura de ser un consagrado y dejar así una silla vacía para que, otros dos concursantes, luchen por ella, cosa que ya ha venido sucediendo, lo que hace que los partcipantes que se sentían estrellas, porque siempre los llenaban de halagos, salgan de su zona de confort y se esfuercen muchísimo más que antes.
Todavía, Maricarmen a veces discrepa con el estilo rudo de Mauri, pero eso se ha convertido en parte del show. Para el mexicano, si uno quiere llegar a ser un gran artista, debe aceptar las críticas constructivas y las negativas, porque sino, no avanzarían en su carrera. Cuando ella dice que “es mejor tratarlos con cariño”, Mauri le responde que hablando con suavidad, se les hace más daño “porque ellos se van con la idea de que lo están haciendo bien y no se enfrentarán al mundo real -al artístico- donde es difícil lograr ser reconocido”. Y tiene toda la razón, tanto así, que los concursantes cada día mejoran más y los shows que vemos cada noche, ahora sí son verdaderas galas.