Mientras la mayoría de programas siguen de vacaciones, el lunes arrancaron las galas de la nueva temporada de Yo soy, Kids, vale decir los programas en los que los pequeños concursantes cantan en vivo. Y vaya que se están luciendo, el desempeño de los participantes de esta temporada es realmente bueno, tanto que cada noche ofrecen un show espectacular, que hace que volvamos a tener fe en la televisión peruana.
Si, ya sé que son muchos los detractores de los espacios que promueven la imitación, que en sus discursos aseguran que se debería estimular la originalidad y no la copia, que si copian nunca serán verdaderos artistas, pero no estoy de acuerdo. Primero, porque imitar ya es un arte, hay que tener un talento especial para hacerlo y si hay versatilidad, lo he dicho muchas veces, se puede convertir en una estrella del nivel de Julio Sabala, a quien los famosos le piden que los imite como si fuera una condecoración. Pero si en realidad lo que les gusta a estos chicos es cantar, imitar a su artista favorito también es un camino para, después, encontrarse a sí mismos.
¿Cuántos artistas que han logrado hacerse de un nombre comenzaron mirándose al espejo con un cepillo de cabello en la mano como si fuera un micrófono, tratando de copiar cada movimiento de la estrella del momento? ¿Cuántos chicos se han iniciado en la música, tocando con sus amigos en el garaje, jugando a ser Los Beatles? ¿Cuántas estrellas han comenzado a brillar porque se han permitido recibir influencias de uno o más cantantes o grupos?
Yo soy, Kids ofrece a los chicos, esa oportunidad de jugar a ser tal o cual personaje, y con el tiempo, como ha pasado ya con participantes de otras temporadas, muchos encuentran su propio estilo y su propio camino. Algunos quizás, no sirvan tanto para el canto, pero sí para la actuación (hay un niño que imita a Raúl Romero, que ha demostrado que tiene un gran talento para la comedia, por ejemplo).
Ricardo Morán y su equipo de Rayo en la botella, ya tienen oficio en este tipo de realities. No en vano llevan años haciendo programas de este tipo como Rojo Fama Contra Fama, Yo Soy, La Voz, La Voz Kids, Los 4 finalistas, etc., por lo que han llegado a manejar las cosas de una manera muy profesional, pero sin exponer a los chicos a nada que pueda hacerles daño.
La premisa es simple: vengan a divertirse. No hay presiones, incluso los comentarios de los tres miembros del jurado (en este caso Johanna San Miguel, Daniela Darcourt y el mismo Morán) son siempre positivos, aunque en algún momento, en la etapa del casting, se le criticó a la intérprete de “Señor mentira”, ser demasiado dura, pero poco a poco ha ido aprendiendo que en este programa no es ella la que tiene que lucirse, sino los concursantes.
Me sigue chocando ver a una niña de 9 u 11 años cantar letras que ni siquiera entiende. La pequeña imitadora de Susan Ochoa, por ejemplo, cantando “Porque esta hembra no llora”, pero bueno, eso es algo que al parecer, no va a cambiar nunca. De cualquier manera, y volviendo al programa, el hecho de incluir a muchos de los artistas que han salido de estos concursos como Randy Feijoo, Yeyco Atoche y Jeremy Gómez (así como también Nicole Pillman que salió de un reality internacional) como refuerzos que apoyan a los pequeños, no solo es una muestra de lo importante que son estas plataformas para que salgan nuevos talentos, sino que también es posible ofrecer un extraordinario espectáculo a los televidentes en cada programa, cosa que, a estas alturas, se agradece.
Ricardo Morán, adelantó hace poco en una entrevista, que seguirá haciendo más temporadas de Yo soy, pero también probará formatos nuevos como ¿Quién es la máscara?, que se hace con éxito en Estados Unidos y que ya fue anunciado en la pre-venta de Latina para este año. Yo hubiera preferido que insista con La Voz o Los 4 finalistas, pero habrá que ver. Por lo pronto, Yo soy, Kids, ha sido un buen comienzo de año.