La muerte de Susana Higuchi genera impresiones más que encontradas sobre lo que significó su figura para la historia peruana contemporánea.

A Higuchi no solo se la va a recordar como la exesposa de Alberto Fujimori, tampoco como la exprimera dama que no dudó en denunciar la corrupción de su entonces marido.
La radiación de Higuchi va más allá de la consignación de la cantada data. Higuchi nos lleva a reflexionar. ¿Por qué hizo lo que hizo? ¿Por qué le pasó lo que le pasó? ¿Por qué su sola mención suscita una tregua en los ataques/denuncias contra el fujimorismo siendo ella piedra angular del mismo?

Ingeniera de profesión, Higuchi se casó con Alberto Fujimori en 1974. Tuvieron cuatro hijos: Keiko, Hiro, Sachi y Jenji. En 1990 se convirtió en primera dama de la nación tras ganar Fujimori las elecciones presidenciales.
No olvidemos que el ingeniero agrónomo se ganó el favor de la población —desplazando al favorito Mario Vargas Llosa— mediante un discurso escueto y directo (“honradez, tecnología y trabajo”, fue el eslogan de batalla), el cual tenía un elemento de apoyo, la curiosidad que encendía la atención: Fujimori usaba un tractor en su campaña.
Pues bien, este tractor pertenecía a la familia de su esposa Susana.

Higuchi se desempeñó como primera dama entre 1990 y 1994.
Mujer reservada y de palabras directas cuando era requerida por la prensa, fue percibida en principio como una esposa servicial y silenciosa, atenta a los requerimientos de Fujimori. Sin embargo, esta imagen inicial se quebró cuando Higuchi denuncia en 1992 a los familiares de su esposo. La razón de su determinación: ellos habían estado vendiendo ropa donada por Japón, destinada para los peruanos de escasos recursos.
A partir de entonces, la imagen de Higuchi se fue diluyendo hasta que en 1994 se divorcia de Fujimori, a quien acusó de haber mandado a que la torturen. Estas órdenes fueron cumplidas, ni más ni menos, por agentes del Servicio de Inteligencia Nacional.

Las secuelas de esas sesiones de tortura, dejaron en ella efectos físicos y emocionales profundos. No obstante, Higuchi no dudó en manifestar su verdad cada vez que podía. Al respecto, son recordadas sus intervenciones en la prensa peruana, acusando a Fujimori de dictador. Esta actitud le trajo una consecuencia inmediata: estuvo alejada de sus hijos.
Sobre este punto, hay que precisar que Susana Higuchi mandó una carta a CARETAS 1710, en febrero de 2002 , en la que señaló lo siguiente:
“Keiko me abandonó. Prefirió el dinero sucio de su padre. Para mí tiene cara de diablo”.

Pero como sugerimos líneas atrás: Higuchi era compleja, no era una persona común.
Veamos:
Por un lado, se tejían sospechas (razonables o no) sobre su salud mental, y por otro, un hecho tangible: su intención de posicionarse políticamente.
Es precisamente en este segundo propósito en el que notamos dos fracasos de Higuchi: postuló a la presidencia de Perú en 1995 con el Movimiento Armonía Siglo XXI, pero el Jurado Nacional de Elecciones anuló la inscripción de la entidad política; también intentó postular a la Alcaldía de Lima con esta misma agrupación, pero la ONPE rechazó su candidatura a razón de negligencias formales. En otras palabras: Alberto Fujimori había conseguido inutilizar la aspiración política de su ex esposa, con mayor razón teniendo todo el poder estatal en sus manos.

Pero la vida se encargaría de hacer justicia y desagraviar políticamente a Higuchi.
Susana Higuchi estuvo con Fernando Olivera y Luis Iberico, del Frente Independiente Moralizador, el 14 de setiembre del año 2000 en el hotel Bolívar, en donde se emitió el Vladivideo que terminó por exponer las sucias prácticas del régimen dictatorial de Alberto Fujimori.
Higuchi se desempeñó como congresista desde 2001 a 2006.

Tras este paso congresal, Higuchi se dedicó en silencio a reunir y establecer lazos con sus hijos.
Subrayemos esta actitud uno de los pilares de su legado, el cual genera muchas posiciones encontradas, que como tales no están ajenas a su eje común: Susana Higuchi perdonó para mantener unidos a sus hijos y sus nietos.
¿Por qué lo hizo?, se preguntan principalmente los antifujimoristas. Y también los seguidores de la historia política peruana.

Pero esta no es la única pregunta: ¿acaso perdonó también a Alberto Fujimori? ¿Por qué apoyó a su hija Keiko en sus dos últimas candidaturas presidenciales?
“Después de una dura lucha contra el cáncer, nuestra madre, Susana Higuchi, acaba de partir al encuentro de Dios”, escribió Keiko Fujimori en Twitter.
Sin duda alguna, la actitud de vida de Susana Higuchi es una seria invitación a la reflexión, que tanta falta hace en estos tiempos de crisis y polarización.
GALERÍA SUSANA HIGUCHI / ARCHIVO CARETAS: