Luis Molina, Alcalde de Miraflores, llegó a ese puesto porque era el mejor de los candidatos, a pesar de ser el representante de Castañeda quien tenía un amplio rechazo en el distrito. Pero Molina que es un hombre organizado supo comprenderlo a tiempo y los carteles amarillos pronto se convirtieron en azul ultramar y luego variaron a fotografías de la costa del distrito.
Posteriormente, cuando se descubrieran tropelías del exalcalde, Molina renunciaría al partido para recuperar así su independencia. Solo Alfredo Barnechea se comió los chicharrones de Castañeda. Molina hizo bien en desligarse a pesar de que en la Municipalidad de Miraflores se mantiene un alto número de personal de diferentes niveles que trabajaron en la gestión amarilla,
Molina hizo un buen trabajo en las calles de las pizzas y se ha empeñado en fortalecer la imagen del distrito sin que por eso el éxito siempre lo acompañe, Los escándalos tampoco han estado ajenos a su gestión, a pesar de una honestidad edilicia en la cual confió. La licitación de las casetas de turismo generó un revuelo que costó el puesto a tres funcionarios, entre ellos la obligatoria renuncia de Roberto Boyle, el habilísimo Director de Cultura que ha sido reemplazado por María Elena Herrera, mujer que hizo del británico el más importante centro teatral del Perú. Ella ha desarrollado un amplísimo programa cultural, en el que predomina la cantidad sobre la calidad, pero es un esfuerzo que se le debe reconocer.

Sin embargo, María Elena Herrera no es una especialista en artes visuales. A pesar de este hecho, Molina la convocó como Directora de esa área. Ella es la responsable de que la Miro Quesada esté en plena decadencia al igual de las salas del CCRP. La razón es muy sencilla. Abrir una muestra cada dos meses y medio como hacía en el Británico, vuelve tedioso el paseo por Larco que tiene un público radicalmente distinto y que demanda un mayor brío e imaginación en la programación de las salas.
Cualquier estudiante de marketing cultural sabe que este es un error gravísimo. Si una institución apoya a la cultura es para crearse una imagen definida. Y esa aureola se refuerza con cada nueva actividad que se realice. Pero exhibir exposiciones mediocres –salvo la de Wiesse– y que permanezcan tanto tiempo hacen que la gente sencillamente se aburra. Es muy fácil comprobarlo si revisara el número de visitantes de cada día. Molina debería convocar un nuevo director, de preferencia joven, para que se encargue de las salas y le dé un dinamismo que permita recuperar la vitalidad de antaño.
Ciertamente las finanzas municipales están lejos de su mejor momento, Esto ha hecho que la reconstrucción del mural de Wiesse, cuya inauguración me fuera anunciada para las Olimpiadas, recién se vaya a iniciar a trabajar. Lo cual considero igualmente un hito, pues es la más importante obra pública que tenemos.
Lamentablemente las limitaciones económicas no han impedido al alcalde estrechar relaciones con las Fuerzas Armadas. Él inventó una campaña para crear conciencia cívica (sic) y ordenó a Boyle coordinar con la Marina, el Ejército y la Fuerza Aérea. El resultado fue el reacondicionamiento del Museo Andrés Avelino Cáceres —que nadie visita— en el Parque Reducto y un atentado urbanístico en el Parque Salazar: Frente al águila histórica de Lajos D’Ebneth ubicada allí desde los años 50 por haber ganado el concurso convocado por la Fuerza Aérea en homenaje al alférez Salazar, se colocó un minúsculo busto de bronce en un enfrentamiento que parecía a Godzilla aplastando a una cucaracha kafkiana.
Hablé con la Municipalidad y el Alcalde me envío al Dr. William Rosell, quien me explicó que el busto podía ser reubicado. Es tan insignificante de dimensiones que podría estar en otro sitio y pasar desapercibido. Sin embargo, considero pertinente mi cuestionar de derecho de un alcalde o las Fuerzas Armadas para colocar de manera inconsulta un busto en el espacio público.
Finalmente, una buena noticia. El tercer piso del CCRP ha sido despejado de toda actividad burocrática. Allí se podría hacer la –verdadera galería que el distrito requiere. Después de 70 años la SLMQ es un espacio muy reducido y no cumple con los requisitos para las exigencias de exposiciones contemporáneas. El nuevo espacio permitiría una galería espectacular que requeriría la intervención de arquitectos con experiencia ¿Sandra Barclay-Jean Pierre Crousse? Para hacer de ese lugar el eje Cultural de Lima. Solo se necesita de imaginación y ciertamente de dinero para poderlo hacer. Si Molina lo logra habrá hecho la mejor obra de su vida.

La historia de la arquitectura del CCRP es tan oscura que merece otro artículo analizando las alternativas que se pudieran adoptar en una construcción que desplazó el proyecto para el MAC de Luis Miro Quesada Garland para construir en su lugar la incipiente tesis de un futuro arquitecto. Que cada uno imagine las razones de esta decisión. En nuestros días Defensa Civil no hubiera permitido la apertura del peligroso teatro ni de otros espacios de la construcción. Pero todo tiene solución.