MEDIANOCHE EN EL CLUB NACIONAL

Manuel Prado y su esposa Clorinda Málaga, se despiden después del último banquete. Son las vísperas del fin del larguísimo período presidencial de siete años. Poco después un golpe militar depone a Prado y lo embarca en un buque de la Marina. Prado parece aburrido y resignado, está cansado de ser Presidente, alguien dijo que gobernaba “mirando el minutero”. La noche del golpe esperó hasta la madrugada que llegaran los tanques al palacio, como si el rito formalista del golpe de Estado fuera el último acto administrativo de su gobierno. Faltaban once días para entregar el mando, tuvo que pasarlos a bordo de un barco anclado frente al Callao, contando las horas para que lo dejen regresar a su casa en París.
CHUMBEQUE
El perro de Genaro Ledesma Izquieta tenía una biografía. Sus años iniciales pasaron entre las alegrías y las penas habituales de los perros: la presencia maravillosa del amo, el platón diario de comida, las largas horas de soledad y encierro que atenuaba sabiamente durmiendo todo el día y parte de la noche. Nadie habría creído que estaba llamado a grandes cosas. El momento decisivo de su vida llegó como a las nueve de la noche de un jueves de mayo de 1977, un grupo de policías se presentó en la casa de su amo para detenerlo. Ingresaron con violencia por la puerta delantera y se encontraron con Chumbeque. Se dice que esa noche mordió a un número indeterminado de investigadores, entre 4 y 17, según las fuentes. Su ruidosa y decidida intervención, permitió que Ledesma escape de la casa por la puerta de atrás, que daba a un parque y a la clandestinidad. Desde esa noche el nombre de Chumbeque comenzó a crecer y terminó siendo tanta que se agregó al nombre de su amo. Terminó heredando su nombre al amo.