En una feria en la que estuvo ausente el toro con trapío, fueron los toreros que pusieron la emoción. Por primera vez en la historia han sido dos peruanos quienes han competido por el Escapulario, superando largamente a los diestros españoles. Motivo de satisfacción y orgullo.
Andrés Roca Rey dio otro batacazo en Acho, cortando tres orejas en una corrida mal presentada, floja y mansurrona de los hermanos García Jiménez, remendada con dos ejemplares de La Ventana del Puerto.
Roca Rey salió hecho un jabato con el tercero, bravo con clase y transmisión, al que aprovechó desde el inicio, tanto a portagayola como a la verónica y en el quite por gaoneras, todo hecho en los medios con gusto y quietud. El inicio de faena fue colosal y arrancó al público de sus asientos con sus derechazos y cambiados de rodillas. En el toreo fundamental sobresalieron los naturales por la clase y recorrido de su adversario, que se vencía y había que llevar toreado. El toro acusó tanta exigencia que la faena bajó en intensidad. Estocada algo trasera de rápido efecto y le concedieron dos orejas pedidas insistentemente.
Si el año pasado Acho se deleitó con el Manzanares artista, esta vez lo apreció en su faceta lidiadora. Superó con mando y torería al lote menos propicio. La faena al segundo, fue de bien lidiar porque el sobrero de El Olivar era incierto y desclasado, pero con movilidad y transmisión. Desde su poderoso toreo a la verónica, hasta la estocada fulminante, hizo todo con clase y oficio. En la pañosa el astado no daba dos embestidas iguales y tendía a tablas, a lo que Manzanares respondía con firmeza para esperarlo y con poderío para retenerlo, llevándolo sometido en series de tres muletazos y el de pecho que era lo que admitía el animal. Todo hecho utilitariamente hasta la estocada de efectos inmediatos que le merecieron una oreja de ley.
Con el cuarto, tardo y mirón, batalló siempre por encima de las condiciones del toro. Logró extraerle algunos pases de buena factura pero sin poder concretar faena por la debilidad del astado.
El español Rafael Serna se presentó en Acho y estuvo solvente con sus adversarios. Al primero le faltó fuerza y movilidad para romper, y al segundo, tardo y reservón, le cortó una oreja a base de empeño. Logró algunas series sin redondear faena a un toro que no se entregaba. A pesar de la estocada desprendida, recibió una oreja protestada por un sector.
El Escapulario se definió entre dos faenas que lo merecían, aunque de distinto corte y gusto. La de Joaquín Galdós al sexto de Daniel Ruiz, en la primera de abono, y la de Roca Rey al cuarto en la corrida de cierre. Finalmente, un jurado integrado mayoritariamente por regidores y personas nombradas por el alcalde del Rímac, declaró triunfador a Roca Rey, quien es el primero en ganar el Escapulario de Oro tres veces consecutivas, y declaró desierto el Escapulario de Plata.