Hasta hace uno o dos años, la selección peruana era un equipo fuera de la lupa, casi inubicable en el mapamundi del fútbol mundial. Acostumbrado –y acostumbrando a su público– a jugar contra selecciones de ínfimo nivel como Trinidad y Tobago, El Salvador o Jamaica. Un equipo mentalmente frágil, al que le hacían un gol y se le venía el mundo encima. Pero un día todo eso cambió.
El pasado viernes 23, fuimos testigos de lo que vendrá, en primera instancia, el 16 de junio ante Dinamarca en el Mordovia Arena de Saransk, Rusia. Croacia fue el rival. Una potencia europea en constante crecimiento por la cantidad –y calidad– de estrellas que ha creado en los últimos años. Luka Modrić (Real Madrid), Ivan Rakitić (Barcelona), Mario Mandžukić (Juventus) e Ivan Perišić (Inter de Milán) son solo algunos de los nombres del cuadro balcánico dirigido por Zlatko Dalić. A priori, los europeos eran los grandes favoritos para llevarse la victoria, pero Perú demostró por qué se clasificó a la Copa del Mundo en la CONMEBOL, la zona clasificatoria más dura del planeta.
Tras la victoria de 2-0 ante los croatas, se consolidaron ciertas certezas sobre la selección.
Confirmamos que no nos amilanamos frente a un equipo importante. Comprobamos que al equipo de Gareca le interesa plantear su idea de juego, juegue con quien juegue. Demostramos que tenemos banca: Santamaría, defensa del Puebla mexicano, reemplazó –y debutó como titular– en este partido al lesionado Alberto Rodríguez. Y lo hizo de manera sensacional. Entraron bien, una vez más, Araujo y Aquino. Volvió después de mucho tiempo Benavente, tal vez el peruano con más actuaciones destacadas en Europa esta temporada. Y demostramos que podemos plantear otro tipo de juego sin el capitán Paolo Guerrero, abriendo el abanico de posibilidades de cara al mundial.
Recordemos los desafortunados ‘oles’ ante Bolivia y el sufrimiento aquella noche en el Monumental.
Si hay algo que podemos proponer para que Perú sea aún mejor, ése es el tema de las transiciones. Cuando el equipo está atacando y debe regresar a defender, suele costarle un poco el retroceso. Habrá que tener cuidado con eso cuando enfrentemos a la Francia de Mbappe, Griezmann, Dembelé y compañía. Desde la otra orilla, las transiciones al momento de atacar no se ven mal, aunque se debería hacer con mayor sorpresa, sobre todo desde los laterales.
El futuro es alentador, porque así lo demuestran Gareca, su comando técnico y los jugadores con su compromiso y predisposición al trabajo. Siempre con los pies sobre la tierra y con hambre de más. Y pensar que antes era un martirio para los futbolistas ir a la Videna. Ahora, los que no están, quieren volver. Para este grupo el cielo es el límite.